Cuando Dios me dio esta palabra automáticamente pensé que
era una oportunidad para contar mi
testimonio, más que nada para que sepan que sigo impresionada por su poder y su
amor.
Antes de tener un encuentro con Cristo me guiaba por deseos, por impulsos y sentimientos. Andaba como oveja sin pastor,
perdida, angustiada, y sin rumbo. Para mí
la vida no tenía sentido, en varias
oportunidades se me vinieron a la mente pensamientos suicidas, pero no tuve el
coraje para hacerme nada.
De muy temprana edad comencé a salir a tomar alcohol, llegue
a ser adicta al cigarrillo y a drogarme.
Lo tomaba como una escapada de la realidad en la cual me tocaba vivir; una madre depresiva y un padre violento divorciados, hermanas en la misma situación
que la mía. Situación para nada agradable. A los 17 años comencé una relación de noviazgo que duro cinco años,
era completamente enfermiza. Celos, desconfianzas, peleas abundaban en la
relación, llegue hasta ser muy dependiente
de él y cada vez que habían peleas, o nos separábamos para mí era un calvario.
Hasta que una amiga
me invito a una iglesia Cristiana, que más daba ya había probado de todo para
ser feliz y no lo conseguía, así que decidí ir. La reunión estuvo linda, me
acuerdo que ese día habían presentado una obra de teatro acerca de la navidad
unos niñitos. Después de la palabra el pastor pregunto si había personas nuevas
en el culto y una líder se me acerco y comenzó a orar por mí, cuando empecé a
sentir algo muy raro pero hermoso intente abrir los ojos pero no podía, era
como si alguien me estuviera cerrando a propósito. Cuando termina el culto
comencé a caminar hacia mi casa no sentía las piernas, era como si fuera que estaba
caminando sobre nubes. Una experiencia sobrenatural y única, llegue a mi casa
con una paz que inundaba mi mente y mi alma.
Dios me había abrazado, me había sacado mis cargas, me había
llenado de su paz, no entendía por qué lo había hecho, siendo que yo era
inmerecedora de su amor. Y fue así en donde entendí que él es el que tiene
mucho más interés por nosotros, que nosotros por él y que su amor es infinito
para con nosotros. Yo lo acepte para que morara en mí, y en ese mismo instante vino
a mi vida. En 2 corintios 5:17 dice “De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas
nuevas”, es decir el Espíritu Santo es una caballero, no iba a forzar la
entrada a mi vida a menos que yo lo aceptara, pero en el momento que tome esa maravillosa
decisión, él lo hizo, y me ha hecho una nueva criatura.
En gálatas 2:20 dice. Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino
que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo
por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
¡Woh! es tremenda esta palabra. Cuando Dios me revelo que yo
estaba muerta y que ya no era yo la que vivía, sino que él vivía en mi empecé a
entender varias cosas, las cosas que las hacia sin nunca antes sentir culpa de
pronto me desagradaban, repugnaban, me sentía terrible por haberlas hecho.
Si bien entiendo que esta nueva criatura en mi interior tendrá una lucha diaria con mi antiguo yo, también entiendo que solo así puedo permanecer en la voluntad de Dios y esas son buenas noticias, ya que la palabra nos enseña que la voluntad de Dios es agradable y perfecta.
Así que mis queridos hermanos podemos estar tranquilos porque todas las cosas viejas han pasado, lo
que éramos antes ya no importa pues Dios nos perdona todo! De ahí de donde estas agradece a tu Padre celestial, el cual perdono tus pecados y te ha hecho una nueva criatura.
Isaias 43:18-19:
"No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigas a la memoria cosas antiguas.
He aquí que yo voy a hacer una cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Aun abriré caminos en el desierto, y ríos en la soledad.
